Luís Lavradio, presidente da Causa Real |
Lisboa, 25 Ago (EFE).- Al contrario que en España, la cuestión entre
monarquía o república apenas suscita debate en Portugal, lo que no evita
que los monárquicos sigan a la espera de su momento más de un siglo
después de que el último rey fuera destronado.
El 5 de octubre de
1910 quedó grabado en la historia de Portugal como el día en que Manuel
II fue depuesto y se proclamó la república tras varios años de
inestabilidad política, que alcanzaron su punto crítico con el asesinato
del rey Carlos I y de su heredero en 1908.
Ahora, con más de cien años de historia, la figura de la república goza de buena salud incluso en tiempos de crisis.
"En
Portugal hay un problema de base que es el de los prejuicios. Existe un
prejuicio hacia el concepto de 'monarquía', pero no hacia la figura del
rey, que despierta cierta simpatía entre los portugueses", dijo a Efe
el presidente de la asociación monárquica Causa Real, Luis Lavradio.
Este
recelo a la monarquía, según Lavradio, se debe a ideas como la creencia
de que se trata de una "corte" que privilegia a unos pocos, que
representa la falta de democracia y el retorno al pasado y que genera
muchos costes al Estado.
"Hablan de los costes, cuando la Casa
Real española, en un país cuatro veces mayor que el nuestro, cuesta casi
la mitad de la Presidencia de la República", defendió.
Según
datos oficiales, el presupuesto de la Presidencia de la República lusa
ascendió a 14,7 millones de euros en 2014, frente a los 7,7 millones de
la Casa Real española.
Es difícil calcular cuántos portugueses apoyarían una hipotética reinstauración de la monarquía.
El
último sondeo de cierta relevancia fue realizado por la Universidad
Católica en 2010, coincidiendo con el centenario de la proclamación de
la república, y reflejó que el 72 % de los portugueses están contentos
con el actual modelo de Estado, frente al 11 % que serían partidarios de
que un monarca ocupara la jefatura.
En el caso de Portugal, ese
rey sería el Duque de Bragança, Don Duarte Pío, que a sus 70 años sigue
siendo el eterno heredero al trono.
A pesar de que el dictador
António de Oliveira Salazar permitió a la familia real lusa volver del
exilio en los 50 no confió en Don Duarte Pío como sucesor, como sí
ocurrió en España con Franco y Juan Carlos de Borbón.
Durante las
últimas cuatro décadas, el duque luso siguió participando en la vida
pública del país en cierta manera, ejerciendo de embajador de la marca
portuguesa en el exterior y dirigiendo un mensaje a la nación cada 1 de
diciembre.
"El señor Don Duarte, sin ninguna ayuda del Estado
portugués, es constantemente invitado por varios municipios, de todos
los colores políticos, y ha desarrollado una intervención diplomática
notable con especial éxito en Timor y Cabinda. Es un trabajo incansable y
poco reconocido", lamentó Lavradio.
La organización que preside,
Causa Real, aglutina a las asociaciones regionales y pretende ser una
base unificadora para el movimiento monárquico portugués, dando a
conocer a los ciudadanos lusos las razones por las que defienden la
monarquía.
Para ello, en los últimos años han centrado su
estrategia en las redes sociales, con una página de Facebook que acumula
más de 22.000 seguidores desde que se creó en 2009.
Apoyos que, según Lavradio, llegan desde todos los extremos del espectro político, incluido el Partido Comunista.
La
propia Constitución lusa impide, en un primer momento, una
reinstauración de la monarquía, ya que el artículo 228 establece que las
leyes de revisión constitucional tendrán que respetar "la forma
republicana de gobierno".
Sería necesario revisar primero ese artículo y luego realizar otra reforma posterior que cambiase el modelo de Estado.
"Ese
artículo es un serio e intolerable obstáculo a nuestra democracia",
lamentó Lavradio, quien concluye que "la monarquía será restablecida
cuando los portugueses así lo entiendan".
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